martes, 18 de noviembre de 2008

Elisa

Cinco cohetes estudiantiles despegaron


Se midió la eficiencia de modelos propulsados con agua y aire en la competencia que organizó el Grupo de Ciencias Espaciales de la USB

Elisa Vásquez / El Nacional.-

17-11-08.- Aunque podría pensarse que con botellas de refresco, anime, madera balsa, cartón y agua no se puede llegar al espacio, para el Grupo de Ciencias Espaciales de la Universidad Simón Bolívar, es una interesante manera de acercarse.

Con el objetivo de fomentar el interés de estudiantes y público en general por los temas del espacio y sus avances tecnológicos, se realizó el pasado jueves una competencia donde jóvenes universitarios y de bachillerato probaron cinco cohetes de propulsión hechos en casa.

El valle de Sartenejas fue el escenario para propulsar los cinco proyectiles. Las azoteas de los edificios fueron el lugar perfecto para que algunos de los jueces del concurso, estudiantes de la universidad, midieran el alcance de los artefactos.

Paul Acquatella, juez principal del evento, explicó que el resto de sus compañeros esperaba los lanzamientos en los techos de algunos edificios de la USB, desde donde calculaban los ángulos que creaban los cohetes en su punto más alto con respecto al piso. "A través de la fórmula trigonométrica de triangulación de la superficie se puede calcular la altura máxima alcanzada por los proyectiles", explicó Acquatella, quien recibía las cifras por radio transmisor y calculaba en un programa de computación los metros alcanzados.

Eduardo Greaves, coordinador principal del concurso, inventó el software usado por Acquatella en la competencia.

Esto ayudó a los jueces a obtener rápidamente los metros de elevación de los voladores.

Greaves explicó que con este tipo de iniciativas el Grupo de Ciencias Espaciales de la Universidad Simón Bolívar quiere fomentar el interés por los temas del espacio y sus avances tecnológicos.

Los organizadores identificaron a Alejandro Calvanese, estudiante de Ingeniería Eléctrica de la USB, como el ganador, quien con botellas de malta y madera balsa, lanzó un cohete que alcanzó los 36 metros de altura. "El carburo con el agua reacciona químicamente y produce acetileno, que con el aire es inflamable. Eso se tapa con un corcho, y con un corto eléctrico explota el acetileno e impulsa el agua hacia arriba", explicó Calvanese.

El ganador mencionó que había preparado un cohete más avanzado que explotó durante las pruebas, y que alcanzaba los 120 metros de altura, pero que su modelo en la competencia seguía siendo revolucionario por su estilo aerodinámico.

"Para la construcción del proyectil me asesoró un grupo de físicos australianos que encontré a través de YouTube. Ellos me explicaron cómo hacerlo más liviano y cómo usar la madera", aclaró Calvanese.

Luego de la competencia, el estudiante insistió en hacer un segundo lanzamiento. En esta oportunidad, su cohete alcanzó 53,7 metros, lo que impresionó al público y a los jueces.

El segundo lugar lo ganó el grupo representante del liceo Los Arcos con un lanzamiento de 35,9 metros. El colegio ha participado en la competencia desde el año pasado, cuando tuvo la oportunidad de lanzar un cohete que alcanzó los 149 metros de altura. "Nuestro cohete, Simón Bolívar II, –haciendo alusión al satélite venezolano– es especial, porque lo compramos en el cafetín de la universidad", explicó Roberto Luca, estudiante de cuarto año de bachillerato, al referirse a las botellas de agua que servían como modelo para ejecutar la propulsión con la ayuda de una bombona de oxígeno.

Miguel Brito, estudiante de Ingeniería Informática de la USB, asesoró a los jóvenes de Los Arcos. "Lo que se busca es que el aparato no sea pesado, por eso sólo utilizamos las botellas, el agua, el oxígeno, y la electricidad", añadió Brito.

Manuel Morgado, estudiante de Física en la casa de estudios, obtuvo el tercer lugar al alcanzar una elevación de 25,1 metros.

El Nacional, 17 de noviembre de 2008, Ciencia y Ambiente 4

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